Durante las últimas horas ha empezado a circular la información de que Netflix, el decano de los servicios de streaming, plantea abrir tiendas físicas, es decir, locales comerciales.
Esto, claro, ha dado lugar a muchas especulaciones, no pocas bromas y, sin duda, lo que más me ha gustado de cuánto he leído, era quienes formulaban la posibilidad de que, por alguna razón, Netflix estuviera pensando en retomar el negocio del alquiler de contenidos en formato físico.
Obviamente no, no es así, de hecho el pasado mes de agosto la compañía ponía punto y final a su negocio de alquiler de películas a través de correo postal, algo que, no muchos lo recuerdan, fue el modelo de negocio con el que inició sus operaciones, allá por finales de los noventa. Ya hemos contado, en anteriores ocasiones, que la cadena de videoclubs Blockbuster tuvo, en aquel momento, la posibilidad de comprar Netflix, una oportunidad desaprovechada que seguro que ha atormentado en más de una ocasión a los responsables de la ya extinta compañía.
Netflix, como decano de los servicios de streaming, tuvo algo que ver con la desaparición de Blockbuster, sí, y del negocio de alquiler de contenidos en soporte físico, pero es un error atribuírselo en exclusiva, pues en aquellos tiempos ya estaba más que claro que el futuro estaba en la distribución digital de contenidos. Netflix pudo ser el ariete, sí, pero trasladaba la fuerza de un modelo que ya estaba llamado a sustituir al existente hasta ese momento. Es decir, que el alquiler de soporte físico no desapareció por Netflix y, por lo tanto, Netflix no puede «resucitarlo», ni tiene interés alguno en hacerlo.
La explicación es bastante más sencilla, y también más lógica. Según podemos leer en Bloomberg, Netflix planea abrir sus primeras tiendas físicas en Estados Unidos, y éstas estarán dedicadas a productos relacionados con los contenidos disponibles en la plataforma. Es sabido que el merchandising dedicado a las producciones audiovisuales es un negocio de lo más lucrativo (que se lo digan a Disney, por poner un ejemplo), por lo que el servicio de streaming podría encontrar, en este canal, una nueva vía de monetización.
A lo largo de los últimos años Netflix se ha apuntado algunos éxitos bastante sonados (aunque algunos no fueran proyectos suyos inicialmente), desde Stranger Things hasta La Casa de Papel, El juego del calamar o Cobra Kai o , por poner solo algunos ejemplos, son producciones que ofrecen un enorme recorrido en lo referido a ventas de todo tipo de objetos relacionados. Pero es que, como productora, Netflix podría ir incluso más allá, incluyendo en películas y series elementos pensados para ser luego vendidos en dichas tiendas.
Este sería un interesante giro al tradicional emplazamiento de producto (product placement), por el que empresas pagan por la inclusión de sus productos o servicios en películas y series. En este caso, puede ser la propia Netflix la que emplace sus productos en dichos contenidos para promocionarlos, con el fin de venderlos posteriormente en sus propias tiendas, un negocio redondo.
Por David Salces